Unicaja

Siempre lo llevaron consigo

Siempre lo llevaron consigo

Siempre lo llevaron consigo / Carlos Guerrero

Las finales no se juegan, se ganan. Esta frase se ha extendido tanto debido a la dualidad de las finales, ya que dejan un sabor muy amargo que evitar a toda costa cuando pierdes y otro inigualable cuando puedes celebrar junto con los tuyos y recoges los frutos de todos los esfuerzos para conseguirlo y este domingo se reunieron más de 4.000 almas en vilo para ver a su Unicaja levantar su tercer oro europeo siete años después. 

El evento comenzó con miles de bufandas verdimoradas en el cielo del Carpena, mientras que sus poseedores entonaban a viva voz el himno del club y es que, después de muchos años sufridos con Casimiro y compañía en el banquillo, esta gente sí que siempre llevaron a Unicaja consigo y, ahora en las buenas, disfrutan con risas en los mismos asientos en los que lloraron juntos durante temporadas.

Esta vez no hubo tanto sufrimiento como el pasado viernes, dado que el rendimiento de los de Ibon Navarro fue superior al de la primera mitad en semifinales ante UCAM Murcia y eso provocó que el ambiente fuese más susceptible a celebraciones y cánticos en todo momento ante un gran partido de su equipo.

Con la reacción en el tercer cuarto del Lenovo Tenerife, la afición congregada en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena apretó como si de un duelo en casa se tratase y comenzaron a celebrar el doble cada una de las acciones favorables y a lamentarse aireadamente con cada una de las buenas acciones de los de Txus Vidorreta.

La tensión se apoderó de las gradas del templo cajista en un apretado último cuarto, pero los discípulos de Ibon Navarro no le perdieron la cara al encuentro en ningún momento y eso provocó que las celebraciones fuesen cada vez más intensas por parte de los seguidores del equipo que veían más cerca una nueva gesta europea.

Sin embargo, tras los fallos desde la línea de tres del cuadro canario en los últimos compases del duelo, la afición estalló en éxtasis, porque volvían a conseguir un nuevo oro europeo siete años después de que Alberto Díaz, actual capitán del equipo, y el resto del plantel de la 2016/17 levantasen el trofeo de la Eurocup en la Fonteta ante un Valencia Basket que fue campeón de liga.

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