Lo legal y lo justo

Sanchez tiene que aguantarse. Si no se aguanta, tiene que dimitir. Y si dimite, tiene que hacerlo en silencio

Hace unos años recibí la llamada de una señora. Me preguntó por el proyecto de un edificio que había firmado diez años atrás. Su padre había comprado una casa y no se podía vivir en ella. Le indiqué que no dirigí la obra. Que a las pocas semanas de comenzarla me di cuenta que ni el promotor-constructor ni el aparejador (hermano de este) me hacían caso y renuncié a su dirección. Y a mis honorarios. Le dije que, si en algo podía ayudarla, solo tenía que llamarme su abogado. No me llamó. Me demandó a mí y a todo bicho viviente. Como previsoramente había dejado por escrito en cuatro sitios diferentes los motivos de mi renuncia, cosa que había explicado a la señora, un año después me sacaron del pleito sin más y no sin antes sufrir la pena de banquillo. Cosa que a la buena señora le trajo al fresco y, acogida a los beneficios de justicia gratuita, no tuvo que soportar los costes de mi defensa.

Treinta años como perito en los juzgados me han enseñado que, si a cualquiera de nosotros nos proponen perpetrar un robo, la mayoría lo rechazaremos ofendidos. Pero, si la propuesta es aumentar el alcance de una reclamación o, simplemente, inventárnosla, la cosa cambia. La responsabilidad moral se la trasladamos al juez y renunciamos a cualquier juicio ético sobre nuestro comportamiento. Si el juez lo dice… Seis años después de la primera reclamación de más de dos millones de euros a dos compañeros recién jubilados, cuando fueros absueltos con costas en sentencia firme, no les quedaban fuerzas para reclamar al perito autor del torticero informe en el que se basó la demanda.

Si a la mujer de Sánchez se la ataca en los juzgados. Sanchez tiene que aguantarse. Si no se aguanta, tiene que dimitir. Y si dimite, tiene que hacerlo en silencio y rapidito. Sin berrinches infantiloides. Tampoco puede contratacar, solo aguantar. Y, sobre todo, sin poner en evidencia que denunciar sin más pruebas que unos recortes de prensa sale gratis. Eso será oportunismo. Hollywood nos ha enseñado que, en las películas de nazis, los fusilados deben aceptar su destino con dignidad. ¡Heil Hitler! ¡Ra-ta-ta-ta! Lo importante es que nadie ensucie el espectáculo de la ejecución. Que nadie piense que lo legal no siempre es justo. En las de espías, el veterano siempre explica al aprendiz que en ese oficio no se puede tener familia. En política falta poco. Para eso y para que campe a su anchas la extrema derecha.

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